viernes, 29 de mayo de 2009

Jóvenes sin ataduras: Miedo al compromiso

¿Es cierto que se ha vuelto más difícil encontrar el verdadero amor?
¿Por qué, incluso, quienes aman a su novio o a su novia, no quieren comprometerse para toda la vida?
¿Por qué tantos le temen al matrimonio?

“Nueva York. Eran más de las ocho de la noche de un viernes, y ahí estaba yo, en otra cita a ciegas, con Jaime, un chico “interesante”, de treinta y pico años. Estábamos en un restaurante, a la luz de una vela, tomándonos una botella de vino y hablando, muy animados, de nuestros respectivos trabajos. Mientras tanto, me preguntaba: ¿será este el hombre con el que pasaré el resto de mi vida?
La conversación era entretenida e inteligente, sin embargo, no pude evitar mirar de reojo el reloj. En el mejor de los casos esta sería una cita más. Mi lista de citas a ciegas ya era interminable. Hacía tres años había terminado con mi último novio y me agobiaba pensar cuántas citas más tendría que aguantar”.
Con estas palabras, más o menos, comienza el libro La generación sin ataduras (Unhooked generation) de Jillian Straus, una periodista que se dio a la tarea de entrevistar a 100 jóvenes entre 25 y 39 años en los Estados Unidos, y escuchar sus ideas sobre el amor. Le preocupaba ver que su amigo Drew había tenido varios noviazgos serios, y todos habían fracasado. Sus novias parecían muy enamoradas de él, pero las relaciones terminaban pues él no se atrevía a dar el siguiente paso.
Y como Drew, estaba su amiga Michelle, que a cada rato la llamaba llorando y se lamentaba: “¿No soy normal?, ¿algo raro me pasa?, ¿o será que los raros son ellos?”. O Clara, que con cada ruptura afirmaba resignada: “Me dejó porque no soy la mujer perfecta con la que él sueña”.
Drew, Michelle y Clara tenían buenos trabajos, un amplio círculo de amigos y varios hobbies, sin embargo, cada conversación estaba marcada por las historias de sus fracasos amorosos. Entonces, Jullian comenzó a preguntarse: “¿Será que hablamos demasiado de nuestras frustraciones amorosas o acaso la búsqueda del amor y el compromiso se han hecho más difíciles para nuestra generación? ¿Somos unos inmaduros o es que tenemos muy mala suerte?”.

Las 7 grandes amenazas

La autora norteamericana descubrió siete influencias externas con las que tenemos que luchar quienes pertenecemos a la Generación X. Son siete influencias que nos ponen zancadillas, todo el tiempo, para encontrar el amor que buscamos.

1. El culto al yo
Somos una generación obsesionada con la “independencia”, y nos parece vergonzoso admitir que nuestra prioridad sea encontrar un esposo o una esposa. Eso suena mal. Suena mejor decir que se quiere el éxito profesional o alcanzar solvencia económica.
Escuchamos a mujeres que afirman: “No necesito a un hombre en mi vida”; y a hombres que dicen: “Me va muy bien así, solo”. Después de varios años concentrados en la profesión descubren que no “han encontrado” a alguien que los ame y a quien amar. Algunos, incluso, reconocen que dejaron ir a su “alma gemela”, pues comprometerse significaba renunciar muy pronto a su “libertad”. Otros han decidido posponer el amor para “cuando estén listos”, y cuando están listos no llega.
2. La cultura de selección múltiple
Las citas online, los blogs, y los mensajes instantáneos nos han llevado a creer que hay infinitas posibilidades con solo hacer un “click”. Quienes tienen una relación estable están constantemente comparando con lo que podrían encontrar si usaran la página web indicada o se fueran a vivir a otra ciudad. “Siempre puede haber alguien mejor”.
Muchos tienen una lista de requisitos para el esposo o esposa ideal. Ana María no la tiene escrita, pero la repite sin pensarla: “Que sea fiel, ambicioso, trabajador. Que le gusten los niños. Que me escuche y me entienda. Que tenga iniciativa. Muy deportista. Que tenga sentido del humor. Ah, y muy importante: que me vuelva loca con solo mirarlo”.
El resultado: nunca estamos satisfechos con la relación actual y nos cuesta comprometernos de verdad. Nos hemos vuelto impacientes y no le damos tiempo a la relación para que crezca y madure.
3. Las secuelas del divorcio
Aun para quienes han visto a sus padres juntos toda la vida, el divorcio se ha convertido en una amenaza. Por todos lados hay gente divorciada. Hemos perdido la confianza en un matrimonio feliz. Y como si fuera poco, nuestras expectativas se han vuelto poco realistas: “Para casarme, tendría que encontrar a alguien fuera de serie y tendría que estar completamente segura de que nunca me voy a divorciar”, afirmaba una de las entrevistadas.
4. Los efectos secundarios del feminismo
El feminismo abrió caminos importantísimos para la mujer, pero también abrió grietas en nuestra concepción del hombre y la mujer, de la familia, del amor. Muchas mujeres quieren te-nerlo todo a la vez (esposo, carrera, hijos, viajes) y, cuando no pueden, se frustran. Por su parte, los hombres, no saben bien qué se espera de ellos y qué esperar de una mujer. Tomás, por ejemplo, no quiso volver a salir con Claudia porque ella insistió en dividir la cuenta por mitades cuando salieron por primera vez. Los códigos del noviazgo, que por tantos años estuvieron basados en los roles tradicionales del hombre y la mujer, han sido modificados, y aún no existen pautas de conducta definidas, que nos den una clara carta de navegación.
5. “¿Para qué sufrir?” es la actitud imperante
Una vez que se agota lo placentero se piensa que se acabó el amor. En vez de conservar al novio o a la novia y superar juntos los problemas nos quedamos con el problema, pero nos deshacemos de la relación.
Se ha desfigurado el sentido del sufrimiento. Y lo cierto es que se puede sufrir sin amar, pero nunca se podrá amar, de veras, sin sufrir. Todo compromiso implica atravesar días buenos, regulares y malos.
6. Los estándares de vida que propone la farándula
Las series de TV nos convencen de que la vida de soltero es “sexy” y, en cambio, la de casado es monótona y aburrida. Estamos como hipnotizados por la farándula: solteros cotizados y noviazgos superficiales que se basan en el glamour. Pero recordemos que los famosos solo están en portada cuando se casan o se divorcian, pero ¿quién habla de los que están felizmente casados? Eso no es noticia.
7. El promedio de la edad para casarse se ha elevado
La edad promedio para casarse se ha elevado, y, con ella, aumentan los requisitos que cada prospecto de pareja debe llenar. Con la edad, se acumulan las heridas y aumentan los puntos de comparación. Después de muchos años de vida de soltero cuesta más abrirse a un nuevo amor. Y, como si fuera poco, las mujeres tienen que enfrentarse con su reloj biológico.


La salida de esta encrucijada cultural
El panorama que pinta Jillian es desolador, sin embargo, al final del libro presenta el caso de parejas que “cambiaron de chip” y le apostanon al amor verdadero. La sensación de vacío que produce el resto de las relaciones que describe el libro se desvanece.
“Me di cuenta de que todo lo que me habían enseñado para encontrar y mantener el amor estaba equivocado... Las personas que han encontrado el verdadero amor han usado un enfoque contrario a lo que nos ha hecho creer esta cultura”, afirma Straus.
Estas son las actitudes que Jillian le sugiere a quienes quieren alimentar un verdadero amor:

  • Dejar de centrarse en el “yo”, y enfocarse en el “nosotros”.
  • Abandonar las expectativas irrealistas que tenemos del otro y dejar de compararlo con los que hubo antes.
  • Dejar de pensar que un “alma gemela” llegará a nuestra vida mágicamente. Pensar más bien en trabajar juntos para llegar a ser, cada uno, el “alma gemela” del otro.
  • No pensar que el otro es como un objeto que debe satisfacer mis necesidades.
  • Aceptar al otro tal como es, en vez de estar esperando más y más de él o ella, todo el tiempo.
  • Pensar: ¿qué estoy dispuesto a sacrificar yo?, en vez de pensar: ¿qué está él o ella dispuesto a hacer hoy por mí?
  • No aferrarse a los miedos, el escepticismo y la impaciencia.
  • Asegúrese de alcanzar una conexión profunda: comunicarse a fondo.
  • Tener la valentía para comprometerse.
Cuatro claves para hallar el amor verdadero
Encontrar el amor no es una búsqueda externa, es un proceso que se da dentro del corazón. Jillian encontró cinco cualidades en común en las parejas que viven felices.
  1. Mírese primero a sí mismo. En las parejas felices cada uno estaba decidido a ser una persona más comunicativa y comprensiva, en vez de pensar en cómo deshacerse de su pareja cada vez que pelaban.
  2. Rompa su lista de requisitos. Estas parejas comenzaron a ser felices cuando dejaron de lado sus expectativas y se abrieron al amor aunque no encajaba perfectamente en sus moldes. Tuvieron que romper esquemas, pues muchas veces el otro no se parecía a lo que siempre habían soñado.
  3. Reduzca la velocidad. Elisa descartó a Miguel de entrada, pero su amiga Susana la animó a conocerlo mejor. Seis meses después ella le dio las gracias: “Gracias por insistirme en que debía conocerlo mejor. He descubierto que es maravilloso”. No pensemos que vamos a distinguir el amor verdadero después de la primera cita. El amor y la pasión requieren tiempo para madurar y crecer.
  4. Entréguese de verdad. El matrimonio exige una decisión completa y comprometida de entregarse plenamente al otro. Quien deja abierta una puerta de escape no experimentará el amor a plenitud.

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