Pandillas, drogas y delincuencia. ¿A qué nos remiten estas palabras? Tristemente, a jóvenes que muchas veces se pierden, arrastrados por esas tragedias. Pero hay otra historia escrita entre cerros y en la ciudad, con el entusiasmo de aquellos que no se dejan vencer. Siempre hay alternativas, esta vez con acrobacias y pasos de baile.
Luis Soto Arcela (24 años) hijo de una familia pobre, trabajó en varias empresas, pero no era lo suyo. “Me sentía una máquina más”, afirma. En paralelo, bailaba, “incluso en la calle, por muy poco… a veces por nada”, recuerda. El baile fue su motivación, pero él quería más, aprender y enseñar…
Fue en Mi Perú, Ventanilla (donde vive), que conoció a los “Ángeles D1”, y tras una exigente prueba pudo formar parte de ellos. “Mi vida cambió totalmente”, refiere.
Ricardo Gálvez, director de la Escuela “Ángeles D1”, comenta que este proyecto brinda a los jóvenes la posibilidad de convertir su afición al baile en una profesión. Para ello, ofrecen un programa becado de formación integral a niños y jóvenes de entornos desfavorecidos de Lima, en una apuesta por la Educación por el Arte.
Como complemento a la educación escolar tradicional, los adolescentes reciben clases de baile moderno y hip hop de reconocidos profesores y coreógrafos de Estados Unidos, y realizan presentaciones artísticas en diversos eventos y colegios.
Donar lo recibido
Luis Soto aprendió mucho más, encontró a jóvenes como él, pulió su técnica de baile, reforzó valores y se le inculcó las ganas de comunicar todo lo recibido. “¡Y eso es lo que hago ahora!”, dice emocionado al referirse a las clases que da a niños de la zona y como “tallerista” de Desarrollo por el Arte.
Luis es consciente de estar aportando un cambio. “Es la respuesta a la oportunidad que se me brindó”, responde agradecido, pues en su familia lo apoyan. “Tengo lo más grande que pueda recibir de ellos: su entusiasmo, apoyo moral, aceptación y cariño”.
También brinda su testimonio en los proyectos de orientación que –gracias al auspicio de Repsol YPF– Ángeles D1 y la Asociación Creada Especialmente Para Trabajar con Adolescentes (ACEPTA) desarrollan en colegios públicos de Ventanilla con presentaciones artísticas y charlas.
“Los chicos me reciben bien. Me los gano cuando les cuento que soy de la zona, que estudié en Ventanilla”. “Allí –refiere Luis– les digo que confíen, que vayan hacia adelante sin drogas, sin alcohol y sin violencia, y que sean fuertes para afrontar todo y luchar por sus sueños. Que no se dejen truncar por nada, ni por la pobreza”.
Fuerza de voluntad
“La fuerza de voluntad es el motor en todo esto”, afirma Luis, aficionado también a la pintura y a la escritura. “La dedicación le permite a uno mismo elegir qué ser. Hay cosas que parecen imposibles, pero aprendí a verlas de otra manera, desde otro ángulo”. Antes de Ángeles D1 Luis imaginaba hacer todo lo que hace ahora, pero no lo creía posible.
viernes, 29 de mayo de 2009
El mejor salto: de la calle a la escuela
Etiquetas:
4ta edición,
cosas de la vida
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