“Si la imagen que tengo de mí misma es que mido un metro ochenta, el día que me mire al espejo y descubra que mido uno cincuenta, mi autoestima se vendrá al piso, porque se ha construido sobre una premisa falsa”, dice Cynthia Hertfelder, una pedagoga española de amplia trayectoria, para ejemplificar lo grave que es crear una autoestima sobre mentiras. “Tengo que aprender a valorar lo que en verdad soy”, afirma y nos da más pautas en su último libro Cómo se educa una autoestima familiar sana.
Cynthia Hertfelder estuvo en Guayaquil invitada por la Fundación Sé Más y su programa de Magísteres en Asesoramiento Educativo Familiar y tuvimos la oportunidad de dialogar con ella.
Para empezar, ¿qué se entiende por autoestima?
Es el valor y la estima que una persona le da a lo que conoce de sí misma. Para tener una autoestima sana lo primero será conocerte bien. Si tú no te conoces bien o la imagen que te han enseñado de ti es una imagen falsa o inadecuada, que no corresponde a tu propia realidad o que oculta aspectos fundamentales, esa estima que te tienes a ti mismo, ese valor que te das a ti mismo será también falso.
¿Cuándo nace esta autoestima?
Se configura en una sola persona y necesitas que te hayan querido incondicionalmente. Cuando un niño nace y sus padres lo quieren simplemente por el mero hecho de existir, no importa que sea listo o guapo. A todas las mamás nos parece que nuestro hijo es el más lindo del mundo, y puede estar enfermo o sano, y lo queremos exactamente igual. En ese cariño incondicional del padre o de la madre está la base para que una persona pueda aprender a estimarse como persona y darle crédito a sus propios valores.
Quien no ha tenido padre ni madre, ¿puede tener una autoestima sana?
Evidentemente es un proceso más difícil. Aquellos niños que crecen en una institución que no tienen ese padre y esa madre que los quiere, necesitan encontrar lo que se llama una figura de apego, que puede ser la monjita, la enfermera o la maestra del centro donde está, porque si no encuentran esa figura de apego en donde vean ese cariño, ese niño no se desarrolla adecuadamente. Esto es tan importante que incluso esos niños pueden tener una excelente alimentación y atención médica, pero si no tienen esa parte afectiva pueden llegar a morir. Es más importante el amor que la alimentación.
¿Cuáles son los factores que condicionan la formación de la autoestima?
Lo fundamental es sentirse querido. Si me he sentido querido puedo aprender a querer a los demás, a quererme a mí mismo, a respetarme, a darme valor, pero a valorar lo que en verdad soy. Te doy un ejemplo: yo soy bajita, y si la imagen que tengo de mí misma es que mido un metro ochenta, el día que me mire al espejo y descubra que mido uno cincuenta mi autoestima se vendrá al piso, porque se ha cons-truido sobre una premisa falsa. Tengo que aprender a valorar lo que en verdad tengo. Lo que en verdad soy. Todos tenemos virtudes y defectos. Cuando al niño le enseñas a ver cuáles son todas sus potencialidades, empieza a valorarse, a darle un significado al esfuerzo y a lograr cosas.
¿Cómo contribuye la exigencia en la formación de la autoestima?
Mucho. No solo en el cariño está el ser querido. Una manifestación fundamental del cariño de los padres es la exigencia que se le de a ese niño. Vivimos en una sociedad en que pecamos de permisivismo. Le damos a nuestros niños de todo: que no sufran, que siempre tienen la culpa otros de lo que ellos hacen. ¿Qué ocurre entonces? Que nuestros hijos no saben utilizar sus propias herramientas, sus propias virtudes ni sus propios valores. No aprenden a conocerse. Lo tiene todo, se saben queridos, pero como no se saben exigidos, no aprenden a tener confianza en sí mismos. Su autoestima nunca será sana. Es decir, hay que poner límites pero con amor, no por egoísmo. Si a mis hijos yo los organizo por mi propia comodidad, como si fueran mis empleados, no los estoy educando.
¿Qué pasa con las madres que trabajan? Ellas suelen ser muy permisivas para justificar el tiempo que no están en casa...
Esas mamás y papás se equivocan. En el cariño está la exigencia. Cuanto tú, del cariño quitas la exigencia, el mensaje que le estás dando al niño es “haz lo que quie-ras que no me importa lo que hagas”. El niño necesita saber que al padre le importa lo que hace. Lo mismo pasa en un trabajo, si no te exigen sientes que no te valoran, que en cualquier momento te despiden. Cuando tú a un hijo no le exiges, por poco tiempo que pases con él, el mensaje que indirectamente le estás dando es: no me importas. El niño no siente confianza en él, por lo tanto no se tiene que esforzar, ¿para qué? No aprende a conocerse. Más tarde no habrá autoconfianza.
¿Cuáles son los enemigos de la autoestima en el contexto familiar?
Podemos resumirlos en tres, y van relacionados con lo que estamos tratando:
A tus hijos no debes mostrarles solo sus defectos, muéstrales siempre las dos cosas a la vez (defectos y virtudes). Si solo le muestras los defectos vive con eso y pensando que no vale, que no es capaz de nada, y si por contrario le muestras solo sus virtudes, el narcisismo le impedirá actuar, porque la tolerancia a la frustración que tendrá es cero.
¿Cuáles son las claves para crear una autoestima familiar sana?
Es algo que parece fácil, pero que en realidad es difícil: aceptar a cada hijo como realmente es. No proyectar lo que a los padres (o al mismo hijo) les gustaría que fuese. Aceptar lo que ese hijo realmente es con sus virtudes y sus defectos. Aceptarlo, comprenderlo y ser capaces de ponerte en su lugar.
La exigencia es la base de la confianza y la confianza es la base de la autoconfianza. Cuando me siento afectado y siento que se confía en mí, mi autoestima está sana.
¿Qué pasa con los sentimientos?
Es ahí donde les enseñas a las personas a ser dueñas de su propia vida, a ser libres. Que sean ellas las que manejen sus sentimientos y no dejen que sus emociones y sentimientos las manejen a ellas. Y claro que se puede educar a los sentimientos. Al igual que se educa la inteligencia, los sentimientos también pueden ser educados, y básicamente se hace en la familia. Esta educación es cuando tú le enseñas a un niño que a ese sentimiento que le invade le puede dar un significado con su inteligencia. Con su voluntad lo puede modificar, y querer lo que debe querer y no lo que le apetece querer o lo que más le atrae. Tú educas los sentimientos cuando enseñas “a querer” el bien, lo bueno.
¿Qué sería lo básico para mejorar la autoestima de una familia?
La seguridad que transmiten los padres. La comunicación permanente entre padres e hijos. Una exigencia coherente, que sea por y para el bien de los hijos. Que se acepte a cada hijo como es y que se lo estimule para que sea autónomo y no dependiente. Cada familia debe tener un proyecto educativo que se aplique con cada hijo, porque cada hijo es diferente. Siempre digo que me da igual que tener 1 o 23 hijos. Si tienen 23, pues tienen 23 hijos únicos. Ese “saberse querido” lo tiene que percibir cada hijo porque él es único, que da igual como sea, que él vale la pena.
viernes, 29 de mayo de 2009
Hijos con autoestima sana
Etiquetas:
3ra edición,
entrevista
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